Rodrigo Acevedo, gerente general Entersoft
En los últimos años hemos visto cómo las tecnologías de la información (TI) se han masificado positivamente en la vida cotidiana de las personas. Más del 90% de la población cuenta con un teléfono móvil inteligente y los modelos de desarrollo sin código son ejemplos visibles de la democratización de las tecnologías. No obstante, aún falta camino por recorrer en su acceso, disponibilidad y uso. Desde el primer PC o computador personal, en la década de los 80, se ha avanzado muchísimo en esos términos. Sin embargo, debemos seguir adelante en cuanto al desarrollo de aplicaciones, datos y análisis, diseño y conocimiento.
La democratización de las TI, efectivamente, debe enfocarse en ofrecer a las personas un acceso fácil y asequible al buen uso de las tecnologías, así como a las experiencias que el usuario podrá tener con ellas, en cuanto a lo técnico, es decir, al desarrollo de la aplicación. También con lo práctico o su desempeño en el ámbito empresarial, ya sea en procesos productivos, de ventas o análisis económicos. La democratización de las TI tiene que fomentar la capacitación o factibilidad de aprender y aprovechar las herramientas de la manera más sencilla, rápida y a bajo costo.
Así, como señala la consultora internacional Gartner, la democratización de las TI también debe contemplar la experiencia. Esto es, de qué manera la tecnología avanzada está disponible para que las organizaciones de usuarios finales puedan explorarla a través de otras innovaciones como la inteligencia artificial (IA) y el aprendizaje automático.
Al respecto, la misma firma espera que de aquí al 2023 se aceleren cuatro aspectos claves de la tendencia de democratización, incluida la democratización de datos y análisis, o sea, las herramientas dirigidas a científicos de datos que podrán ser usadas fácilmente por la comunidad de desarrolladores profesionales; la democratización del desarrollo, con el auge de herramientas de inteligencia artificial para aprovechar las aplicaciones desarrolladas a medida; la democratización del diseño, es decir, la ampliación de los fenómenos de low code y sin código con la automatización de funciones adicionales de desarrollo de aplicaciones para empoderar a los ciudadanos; y la democratización del conocimiento, donde los profesionales no relacionados con las tecnologías de la información y la comunicación puedan tener acceso a herramientas y sistemas expertos para explotar y aplicar competencias especializadas más allá de su propia experiencia y formación.
De qué manera aprovechamos esta oportunidad y potenciamos la democratización de las TI, es un desafío permanente que debemos asumir en conjunto, tanto el sector público como el privado y la academia, creando las instancias pertinentes para avanzar en este proceso y aprovecharlo para el crecimiento y desarrollo de toda la sociedad.